viernes, 22 de mayo de 2009

Huyendo de los fusilamientos:

Como amante del vino francés hay que huir de Madrid un 2 de Mayo, por si eso de los fusilamientos y las revanchas.

Suponiendo que día festivo no habría ninguna bodega abierta que visitar en Madrid y recordando haber visto un pequeño reportaje en televisión de la bodega / hotel Pago del Vicario, nos decidimos a visitarles ya que tenían visitas los Sábados por la mañana.

El viaje es un poco largo, 2 horas y media, y sin GPS algo más. Llegamos tarde y la visita ya había empezado, pero hicimos la visita gracias a la amabilidad de Carlos Camarena (gerente), que nos la enseño él mismo.

Una bodega muy moderna, amplia, limpia, con todos los avances en enología y asesorados por Richard Smart en el aspecto de la organización del cultivo, plantación, podas, etc.
Tras un agradable y ameno paseo por la bodega con las explicaciones de Carlos, termina la visita en la zona del restaurante tomando unos vinos que se incluyen en el precio de la visita, 6 euros visita y un vino y 12 euros visita y tres vinos.


















La cata empieza con una "extravagancia", un blanc de noirs manchego, un blanco hecho con tempranillo. Fresco, graso y con correcta acidez, aunque la nariz me despista, me recuerda a los vinos de Airén o Verdejo de expresión sencilla, y esa poca expresión parece más producida por las levaduras artificiales que a las propias, pero más que correcto.
Seguimos con el rosado de Petit Verdot, también un más que correcto rosado, frutal, fresco, nada goloso, serio, que a mi gusto mejor que muchos rosados que sólo son fruta, fruta y fruta golosa tan monótonos. En boca es también fresco, correcta concentración y postgusto como en nariz, fruta muy controlada.
Para finalizar su tinto 50-50, mitad tempranillo mitad cabernet sauvignon criado en roble caucásico.
También es un vino equilibrado, de corte moderno pero no excesivamente extraído, correcta concentración, acidez equilibrada y aromas de fruta madura, hierbas de monte y los tostados de la barrica muy presente pero muy aceptables para un vino sobre los 10 euros.
Todo ello acompañado por un buen queso manchego de Villadiego y que ellos mismos producen en otra finca de Ciudad Real.

Antes de comer un paseo por el viñedo en pleno proceso de brotación para hacer más hueco en el estomago y ver la mano de Richard Smart y su famosa poda Smart-Dyson.







El restaurante al final de la bodega (en forma de catalejo), es un espacio amplio y muy luminoso, con una carta amplia para un espacio de este tipo y varios menús, recordar que también hay hotel de 4 estrellas, por lo que el restaurante debe estar a ese nivel, y lo cumplen.



Decididos por el menú largo en que cada plato viene con su propio vino. Este fue ágil, gustoso, bien realizado y con productos de calidad, no les darán una estrella Michelin, y ni lo pretenden, pero muchos restaurantes de Madrid de "medio pelo" ya quisieran dar esta calidad y servicio.
Café en la terraza del hotel con vistas al río Guadiana y compras de varias botellas para terminar de conocer sus vinos, entre ellos los de su otra bodega en el Bierzo, y de nuevo en ruta parando por Ciudad Real capital que esta a sólo 9 km.


Un día más entre vinos que es lo importante, y si además hay buena compañía (pese a su abstemia), ¿qué más se pude pedir?.

http://www.pagodelvicario.com/

Saludos,
Alberto

1 comentario:

  1. Gracias por informar de tu experiencia. Tengo ganas de aprovehar algún fin de semana o algún puente para visitar alguna bodega de Castilla-La Mancha. Desde luego, la visita que cuentas hace apetecible la visita. A propósito, no sabía que habían elaborado ya algún vino en el Bierzo.

    Comparto contigo la afición por el vino francés y opino que la fiesta de la Comunidad de Madrid habría que celebrarla otro día. Está mal celebrar las guerras aunque supuestamente sean de liberación.

    Javier Arias
    Javier Arias.

    ResponderEliminar