lunes, 11 de mayo de 2009

¿ES JUSTO PUNTUAR UN VINO? (I) Sobre Parker y los sistemas de puntuación.

Es rara la cata en la que hoy día no se nombra a Robert Parker, el crítico “gurú” de “la nariz del millón de dólares”, como le han bautizado sus compatriotas. Esto se debe a que el sistema de 100 puntos para calificar vinos que lanzó al mundo en el primer número de su revista “The Wine Advocate” (WA), en Agosto de 1978, ha terminado imponiendo un “estilo” de vino que se ha extendido como la pólvora de forma muy peligrosa por todas las regiones vinícolas. Vamos a profundizar un poco en el porqué de este fenómeno.

El sistema de Parker se basa en el método de calificación de exámenes escolares en EEUU, donde se otorga un mínimo de 50 puntos a todo vino, lo que se traduce en que 70 sobre 100 es el límite para empezar a hablar de calidad. Esto significa que se maneja una escala real de 30 puntos a la hora de calificar los vinos que han sido correctamente elaborados. Dichos 50 puntos se reparten de la siguiente forma:

- Color y aspecto: hasta 5 puntos
- Aroma y bouquet: hasta 15 puntos
- Sabor y posgusto: hasta 20 puntos
- Calidad general y potencial de mejora: hasta 10 puntos

Para bien o para mal, éste es el sistema que, con leves variaciones, emplean otras muchas publicaciones como “Wine Spectator”, “Decanter”, “Vinum” o las del grupo Peñín. Existen otros, como el de elmundovino.com, que sigue una escala de 0 a 20, en la cual 12 es la mínima puntuación para empezar a hablar de calidad y por debajo de 10 se considera defectuoso. Os adjunto una tabla con los sistemas empleados por las revistas y fuentes más destacadas de nuestro entorno (para más información, consultar http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html?vi_seccion=2&vs_fecha=200101&vs_noticia=978563778 )



La intención de Parker cuando creó este sistema no era otra que “democratizar” el consumo del vino, ofreciendo al consumidor no experto una guía a la hora de elegir qué vino comprar, de forma que no se llevaran la fama (y el dinero) sólo los vinos de histórico renombre y elevado precio. Los norteamericanos, muy amigos de las clasificaciones en todo tipo de ámbitos, acogieron este sistema con los brazos abiertos. Y no sólo ellos, ya que al coincidir con el “boom” del vino que estaba teniendo lugar en casi todo el mundo, los críticos encontraron el sistema perfecto para vender más revistas gracias a esta posibilidad de orientar de forma “objetiva” a sus lectores.

Hasta aquí perfecto y muchas gracias, mr. Parker, pues el único sistema de puntuación conocido hasta el momento era el de la “ficha Davies”. Éste había sido ideado en la Universidad californiana de Davis, paradigma de la investigación enológica, pero su uso quedaba dentro del ámbito académico y además parecía centrarse más en la localización de defectos que en la exposición de las virtudes del vino (ver el enlace anterior). Antes de Parker, al menos de forma generalizada a nivel mundial, en las revistas especializadas no se puntuaba sino que se elogiaba o se castigaba a los vinos mediante descripciones y metáforas que, en la mayoría de los casos, resultaban extrañas para el profano.

Ahora bien, como denuncia Elin McCoy en su libro "The Emperor of Wine: The Rise of Robert M. Parker Jr. and the Reign of American Taste" (Harper Perennial, 2005), la persona ha suplantado al método, de forma que se ha implantado una “tiranía del paladar”: en lugar de la democratización del vino, Parker ha conseguido convertirse –intencionadamente o no- en el símbolo del experto elitista; se opone a los precios elevados, pero lo cierto es que se han multiplicado cuando ha otorgado altas puntuaciones; defiende la variedad de estilos, pero ha provocado que se elaboren vinos parecidos con el único propósito de encajar en sus gustos y así conseguir elevada puntuación y, por ende, vender más (y a mayor precio, casi siempre). (Sobre todo el “asunto Parker” recomiendo consultar el siguiente artículo del San Francisco Chronicle: http://www.sfgate.com/cgi-bin/article.cgi?f=/c/a/2007/06/15/WIGOOQ5IGD1.DTL .

¿Cuál es el “estilo Parker”? Él niega que tal estilo exista y atribuye el término a sus detractores, pero no cabe duda de que de sus elevadas puntuaciones se pueden extraer una serie de elementos comunes a los vinos que las reciben. Se habla con frecuencia de “vinos para catar” y “vinos para comer” (o beber, que viene a ser lo mismo), diferenciando aquellos de fruta explosiva y gran concentración (normalmente con taninos de roble muy duros aún, exceso de tostados, apuntes de sobremaduración y alta graduación alcohólica), de otros menos ampulosos pero también menos “cansinos”, con los cuales se puede llegar al final de la botella sin ningún problema. El primer grupo de vinos encaja con las puntuaciones que superan el 90 según el criterio parkeriano. ¿Y cómo se hace un vino de más de 90 puntos Parker? Según el consultor enológico Barry Gnekow (ver enlace anterior), dejando madurar mucho las uvas para conseguir mayor extracción y carga frutal, con el consiguiente incremento de alcohol, y después madurándolo necesariamente en roble francés.

Al margen de que haya quien acuse a Parker de que “lo suyo” no es otra cosa que una intencionada maniobra de globalización para colocar a los vinos de California a la altura de los grandes vinos europeos (equiparando cuerpo y estructura a elegancia y complejidad), y también quien le acuse de amiguismo –a él y a los colaboradores que catan para él-, lo cierto es que no es tan malvado ni todo lo que hace es perjudicial. A él se debe en buena medida que muchas bodegas hayan modernizado sus prácticas y sus instalaciones, consiguiendo vinos más limpios y frutados. Y por la parte que nos toca, al menos en lo que a exportación se refiere debemos estarle muy agradecidos, pues desde hace ya bastantes años ha alabado nuestros vinos y el potencial enológico español; no debe de ser casualidad que en 2008 España se haya colocado en el segundo lugar de la exportación vinícola mundial, por detrás de Italia y adelantando a Francia, a lo que sin duda han contribuido los 100 puntos otorgados a 5 vinos nuestros por Jay Miller (su catador para vinos españoles, los cuales Parker no cata desde 2006).

Joseph Conrad, en su maravillosa novela “El corazón de las tinieblas”, y más tarde Francis Coppola en la no menos maravillosa película “Apocalypse Now”, retratan a un personaje que, rodeado de ignorantes seguidores en un ambiente primitivo, llega a creerse un dios. Según Laura Fraser, del San Francisco Chronicle, al contrario que la mayoría de los críticos Parker vaticinó que el 82 sería una gran añada en Burdeos, dirigiendo el mercado norteamericano hacia los vinos franceses y haciendo famosa su escala de 100 puntos (http://www.sfgate.com/cgi-bin/article.cgi?f=/c/a/2005/07/31/RVG3LDR0HF1.DTL ). A partir de ese momento, no hay tienda en EEUU –y cada vez más también en el resto del mundo- donde no aparezcan en determinados vinos señalizadores con la puntuación otorgada por Parker. Es tal su poder de influencia en las decisiones de los compradores, y por tanto de los elaboradores, distribuidores y minoristas, que no sólo es el más influyente crítico del mundo del vino sino también de cualquier otra disciplina. Ante esta situación, cuando llueven los suscriptores a tu revista y a tu página web (http://www.erobertparker.com/), ¿quién sería capaz de hacer autocrítica y derribar el imperio que ha creado? Los aficionados y profesionales del mundo del vino que en algún momento hemos seguido –y seguiremos- los criterios de Parker somos esos indígenas de Conrad y Coppola; nosotros le hemos colocado donde está, los que le siguen con fe ciega y también los que no siempre estamos de acuerdo con sus puntuaciones pero las utilizamos como referencia cuando no conocemos un determinado vino.

Desde mi punto de vista, el fenómeno Parker se ha convertido en un peligro para la preservación de la diversidad vinícola mundial por dos razones principales:

Es completamente inadmisible en cualquier materia que el criterio de una sola persona –directamente o a través de sus colaboradores- se convierta en “palabra de Dios”. ¿Sería bueno que un solo crítico de cine tuviera la capacidad de dirigir el gusto de los espectadores? Evidentemente no, menos aún cuando estamos hablando de algo totalmente subjetivo (por mucho que se empeñe Parker en querer fijar una serie de parámetros de análisis “invariables” de unos individuos a otros), pero lo cierto es que esto ha sucedido con Parker a un nivel claramente desproporcionado y ahora tiene el poder de levantar o hundir bodegas según lo que decida en el breve tiempo en que se cata un vino. Sistemas de puntuación al margen, al igual que se hace en los concursos de vinos, cualquier medio especializado debería obtener la puntuación definitiva a partir de las de varias personas expertas –y de gustos diferentes a ser posible-, nunca de la de una sola.

El sistema de 100 puntos Parker se ha convertido en un monstruo capaz de retirar del mercado a aquellos vinos que no superan los 90 puntos, como si se tratara de una selección “a la espartana”. Es cierto que Parker defiende que los vinos por encima de 80 puntos pueden ser bastante buenos y a menudo de precio asequible (e incluso que tiene muchos de ellos en su colección), pero es cierto también que el consumidor tiende a fijarse sólo en aquellos que superan los 90 –al menos cuando el precio es asequible-, castigando así aquellas variedades de uva y estilos poco propensos a entrar en este estrato de la tabla. Parker dice que si cada vez hay más vinos que superan los 90 puntos es porque cada vez se hacen mejores vinos; esto es verdad, pero como decía un elaborador californiano en el documental de la BBC “Big Wine Adventure” (con Oz Clark, muy divertido), también cada vez más tendemos a juzgar vinos que no pasan de buenos como muy buenos.

Me gusta decir que los aficionados y profesionales del vino somos el burro y Parker la zanahoria, no al revés como muchos quieren hacer creer. Sin ir más lejos, ya en 2000 Parker hablaba del exceso de roble nuevo en nuestros vinos y lo tachaba de una moda de “neorriquismo”… (http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html?vi_seccion=8&vs_fecha=200011&vs_noticia=974794324 ) Pero también atacaba a las largas crianzas en roble americano usado, desprestigiando así vinos de calidad indiscutible como son los mejores riojas clásicos (López de Heredia, Marqués de Murrieta, etc.). Hoy, con 10 años de experiencia y muchísimos vinos de todo el mundo catados, el sistema Parker de 100 puntos me hace pensar en eso que tantas veces hemos visto en las películas norteamericanas: los muchachotes que juegan en el equipo de rugby reciben ayudas para subir nota y son los más admirados por todos y todas... (no olvidemos que Parker se formó catando en Burdeos, tierra de vinos “musculosos”). Pero todos sabemos que no es más inteligente el alumno que mejores notas saca; ahí está Einstein, por ejemplo.

Como recomendaría ante cualquier película, primero id a verla y después leed diversas críticas para contrastar vuestra opinión, no al revés. Lo dice el propio Parker y en esto, como en no haber insertado nunca publicidad en su revista, debemos reconocerle honestidad: “Diga lo que os diga, nunca podrá haber sustituto para vuestro propio paladar o mejor educación que catar el vino vosotros mismos” (http://www.businessweek.com/magazine/content/06_26/b3990095.htm) .

(Continuará)

Luis Martínez

(Para más información sobre Parker: http://en.wikipedia.org/wiki/Robert_M._Parker,_Jr. )

3 comentarios:

  1. Habría mucho que decir, intentaré ser escueto.

    Lo primero, muy bueno tu escrito Luis, felicidades.

    Sobre la puntuación, creo que los puntos de “Sabor y postgusto” deberían ser algo más, al fin y al cabo es un producto alimenticio y ¿quien no valora más el sabor de lo que se toma?. Si no, ¿quien se comería una ostra o un queso azul sólo por su olor o aspecto?. Los alimentos nos enamoran por su sabor. Debería estar más alta su valoración, como todas las reglas lo importante es que sean entendibles y poderse aplicar con racionalidad y facilidad. Yo estoy más cercano a las puntuaciones sobre 100 que a las de 10, 5, etc. Hay una gran diferencia entre un vino con 90 puntos que otro de 94, por lo que en la escala de del 0 al 5 los tramos son muy largos y creo que se pierden muchos matices por el camino, ¿un 4 es buen vino y el 5 perfecto?, y ¿todo lo del medio?.

    Sobre las apreciaciones de Parker sobre el vino, como todo ser humano tiene sus gustos. Está claro que en un vino la concentración es muy importante, y aquí es donde yo creo que viene la confusión entre concentración y extracción. A casi cualquier uva con métodos enológicos se le puede extraer hasta lo máximo hasta parecer una sopa, pero la concentración es algo más natural, surgido de la calidad de las uvas (sin meterme más a fondo en el tema). Muchos elaboradores creo que están confundidos y creen que con extracción y madera se consigue todo.
    Parker a ayudado bastante a esta confusión, es posible que a él le guste, pero ¿él tiene la culpa?. Imaginaros que fuerais vosotros los que dictarais el gusto, estupendo, el que no esté de acuerdo pues respeto y amén, pero a nadie le amarga un dulce. Lo importante sería saber si estos gustos son reales y sinceros o dirigidos a incrementar las ventas de ciertos vinos, que no nos engañemos, son en su mayoría, al menos al principio del auge de Parker vinos del nuevo mundo (o zonas en crecimiento mercantil) que pasaron de no ser nada a ser vinos de prestigio y coste alto.
    Quizás lo peor es que en regiones con historia a sus espaldas se apuntasen a esta onda; que una zona nueva se apunte a un estilo, tiene un pase, pero que hasta zonas como Borgoña quisieran apuntarse a esto es un pecado.
    Creo que mucha de esa gente, tanto elaboradores como consumidores terminan dándose cuenta que muchos de esos vinos son complicados de beber “a palo seco”, y aquí entraríamos en otra discusión: ¿hasta qué punto un gran vino es necesario comer con él para que sea bueno?, ¿es un gusto o serían vinos sin tanta calidad como se dice si necesitan ser acompañados de comida para beberlos?.

    Bueno, esto se alarga y tampoco soy el más indicado para hablar de Parker, como no soy seguidor de sus críticas ni leo su revista será mejor que lo hagáis otros que sé que sois más seguidores tanto a favor como en contra, animaros.
    Alberto

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  2. En primer lugar quiero felicitar a Luis por la primera parte de este artículo. Es muy informativo y el tono empleado huye de los apasionamientos y permite ver las cosas con más serenidad.

    Mi comentario lo voy a centrar en Robert Parker. Opino que el inicio de su trayectoria es mucho más positivo que la realidad actual. Ha habido variaciones a lo largo de estos años en su forma de proceder, por ejemplo, creo que ya no cata más que los vinos bordeleses y californianos, han cambiado sus colaboradores en la guía, la forma de obtención de muestras también se ha modificado, etc.

    Recientemente se ha publicado en Francia un libro de Hanna Agostini -la traductora de Parker al francés- en el que se expresan de forma objetiva los múltiples errores que el catador americano ha cometido en sus guías. Lo repito estos errores son objetivos, cualquiera puede comprobarlos con el la guía Parker abierta. Hanna Agostini le envío las pruebas de corrección a Parker pidiéndole que corrigiera más de 5000 erratas. Entre los fallos se encuentran los siguientes: no modificar las fechas de consumo del vino a pesar que las catas fuesen realizadas años antes, equivocarse con los propietarios de las bodegas -incluso algunos difuntos seguían realizando buenos vinos-, clasificar de forma errónea en el ranking de productores -por ejemplo, estaban posicionados mejor productores que habían obtenido unas notas de cata claramente inferiores a otros, etc. Son más de trescientas páginas repletas de errores de este tipo. Y es que Parker escribe las catas de forma aislada, los errores ocurren cuando al juntarlas con el fin de publicar un libro no se revisan las anotaciones y no se actualizan los detalles a la fecha de publicación. Es decir, errores de escritor poco serio y extremadamente descuidado.

    Por otra parte, Parker no tuvo ninguna formación especial, es autodidacta, de hecho, comenzó a tomar vino en los "bistrots" de París porque era más barato que el café. Opino que se gusto es el típico de los anglosajones, basado en los vintages port y en los jereces dulces. De hecho, creo que algo parecido a esto es lo que quiere encontrar en los tintos.

    Finalmente, al margen de haber fomentado la globalización, ha "dañado" el estilo de hacer vino de zonas tan importantes como Châteauneuf du Pape o de la propia zona de Oporto. Los "châteauneuf" en barricas nuevas o los "vintages" con marcados aromas de madera son una aberración.
    Javier Arias

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  3. Estamos ante un tema controvertido y polémico, pero muy interesante.

    Yo no quisiera hacer de abogado del diablo,pero pienso que se está creando una corriente de opinión en muchos casos injusta en torno a la figura de Parker.

    Yo me confieso subscripto de la web de Parker,y reconzco que no estoy de acuerdo con muhcas de sus puntuaciones, pero hay que recordar que Wine Advocate está formado por un equipo de catadores, y en muchos casos las puntuaciones hay que atribuirsela a ellos, no a Parker.

    En fin, voy a poner algunos ejemplos que me resultan curiosos.
    Uno de los más estrechos colaboradores de Parker es David Schildnecht, catador de Loira, Alemania, Austria, Borgoña,etc. Este chavalote a su vez, colabora con la mejor revista que se edita actualmente en el mundo The Worl of Fine Wine, revista inglesa, y de corte evidentemente contrario a los en teoria "gustos americanos",o sea que malo catando no creo que sea.
    Cuando tu ves las notas de cata de Alemania,por poner un ejemplo, no distan prácticamente nada de las de Terry Theise,Bruce Sanderson, Joel Payne,etc.
    Lo mismo ocurre con Antonio Galloni, catador de Italia, siempre ganan los mismos barolos, pero joder ganan los mismos para todos los medios,será por algo.

    Respecto a los cpds,decirle a Javier, con el cual estuve hablando de este tema largo y tendido, que la puntuación que recibe Rayas 2005 es de 97 puntos, lo que demuestra que Parker intenta ser objetivo, o acaso tu crees que el sobrino se ha rendido a los gustos de Parker.

    En fin, creo que el problema es nuestro, por interesarnos unicamente por las notas de cata, hay datos mucho más importantes de los cuales tenemos que aprender, vinificaciones, métodos de trabajo,etc.

    No creo que Parker matara a "manolete".

    Julio Defez

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