lunes, 30 de marzo de 2009

Una visita a Lafite-Rothschild

VISITA A LAFITE-ROTHSCHILD
Autor: Francisco Javier Arias Santos

El día veinte de marzo tuve la oportunidad de visitar el Château Lafite-Rothschild con unos amigos y estas palabras son una muestra de agradecimiento a las atenciones allí recibidas. Se trata de una de las bodegas más prestigiosas de la región bordelesa, un auténtico mito desde el siglo XVII en el mundo del vino. Se encuentra en la denominación de origen -A.O.C.- Pauillac, en pleno corazón del Médoc. Ostenta la categoría más preciada en la Clasificación que se realizó de los vinos de Burdeos en 1855, es un Primer Grand Cru Classé y sólo cuatro más pueden presumir de tal distinción: Haut-Brion, Latour, Margaux y Mouton-Rothschild. Los propietarios son los Rothschild, una histórica familia que ha tenido una gran influencia en los acontecimientos políticos y financieros de la historia europea de los siglos XIX y XX. Mas las consideraciones históricas aún siendo de interés no van a ser el tema de este escrito, mi objetivo es señalar el procedimiento concreto de elaboración de un vino tan relevante; por este motivo, comenzaré hablando del viñedo, continuaré con la vinificación y finalizaré con el proceso de crianza.


El viñedo cuenta con más de 100 hectáreas y esta dividido en tres partes:
- La primera y más extensa se sitúa detrás del bonito edificio del Château y se asienta sobre una pequeña elevación, de ahí el nombre de la propiedad “lafite” (altozano en francés). Con estas parcelas se elabora el “grand vin”.
- La segunda área se encuentra más distanciada, situándose próxima al Château Duhart-Milon. En la actualidad, de una parte se obtiene Lafite y de la restante “Carruades de Lafite” (2º vino de la propiedad).
- La tercera parte del viñedo se asienta en la denominación de origen Saint-Estèphe. Se trata de unas parcelas cuyo fruto se ha utilizado siempre para elaborar el primer vino. Esto es insólito ya que no puede un “Saint-Estèphe” hacerse pasar por un “Pauillac”, pero Lafite cuenta con un permiso legal especial, ya que esta práctica la viene realizando desde inicios del siglo XIX, décadas antes de que se estableciera la clasificación de 1855.

La proporción de las variedades es de aproximadamente un 70% de cabernet sauvignon, 25% de merlot, 3% cabernet franc y un 2% de petit verdot. La densidad de plantas por hectárea alcanza casi las 9000. La edad media de las mismas es de 40 años. Y como es habitual, la cabernet sauvignon se asienta en terrenos de gravas y la merlot en aquéllos en los que predomina la arcilla.

Las instalaciones de vinificación son tradicionales. Nos encontramos con unos edificios, en buena medida subterráneos, en el que el clasicismo es la característica dominante. La visita transcurre en su mayor medida bajo tierra y sólo tras salir de la sala de crianza volveremos a ver la luz. Nada que ver con Mouton-Rothschild u otras propiedades bordelesas en las que los tiempos modernos parecen haber influido más. Al parecer, es un empeño personal del Barón Erich de Rothschild –propietario actual del Château-.

Tras bajar unas escaleras se accede a la sala de vinificación. Ésta se encuentra dividida en los secciones. En la primera se disponen un conjunto de cubas de madera numeradas y de distintos tamaños. El “grand vin” se fermenta exclusivamente en las mismas. En la segunda, hay catorce depósitos de acero inoxidable donde se vinifican el segundo y el tercer vino de la propiedad. Respecto al proceso de la fermentación, en el caso de “Lafite” -advierto que los datos que ofrezco son aproximados- la misma dura once días y, posteriormente, permanece unos veinte días más en contacto con los hollejos. El remontado se realiza dos veces diarias. Todo el proceso es controlado por un dispositivo central que se sitúa en la sala de depósitos de Inox. La fermentación maloláctica dura en torno a un mes y no se utilizan levaduras artificiales. Después de la fermentación se establecen cinco niveles de calidad, el primero destinado al gran vino, el segundo a “Carruades”, el tercero y el cuarto se destinan al tercer vino de la propiedad, un Pauillac genérico en el que intervienen de forma sustancial los négociants; el quinto nivel está constituido por el vino de prensa destinado a la destilación.

A continuación de las instalaciones de fermentación se sitúan las de crianza. Hay dos salas, la “bodega de primer año” y la de “segundo año”. La primera de ellas está constituida en su mayor parte por un edificio del siglo XVIII. Es curioso ver cómo se va haciendo progresivamente subterráneo a medida que nos acercamos al extremo opuesto de la sala. Las ventanas, dispuestas a diferentes alturas, apenas alcanzan el nivel del suelo. Según nos dijeron, éstas nunca se abren. Al margen del edificio, hay que indicar que las barricas que se emplean para el primer vino son de roble francés 100% nuevas, provienen del bosque de Tronçais y se elaboran en la propia tonelería del Château.

Las barricas se disponen por lotes que se numeran en función del número de la cuba de fermentación de la que proviene el vino, por ejemplo, el número 25 indica que el contenido de las mismas ha estado previamente en la cuba de fermentación 25, la cual está vinculada al fruto obtenido en una parcela concreta. Durante los primeros cuatro meses las barricas no se sellan y se rellenan unas con otras para evitar las pérdidas de líquido (ouillage). A los cuatro meses es cuando se produce el ensamblaje definitivo y nace verdaderamente el “grand vin”.


En está bodega de un año, un muro separa dos estancias bien diferenciadas, la primera es la que he comentado; la segunda, es un túnel en el que reposa “Carruades”. Esta construcción data de 1955 y parece mucho más antigua que la parte anterior, lo cual no es cierto ya que la primera fue construida doscientos años antes. Al terminar esta estancia continúa un nuevo túnel en cuyo lateral se sitúa una colección de 6000 botellas de Château Lafite-Rothschild que abarcan desde 1920 a 1994. La añada más antigua que se conserva corresponde a 1787, de ella sólo quedan cuatro botellas. Cada 25 años se les cambia el corcho. Se las prueba con cierta regularidad y, aunque el paso del tiempo haya provocado en alguna ocasión que el vino no esté ya en condiciones de ser bebido, si se estudia la evolución de sus aromas, lo que el paso de los años ha mantenido y lo que se ha llevado por delante.

Tras unas nuevas escaleras se llega al corazón de Lafite, la impresionante bodega de dos años. Fue diseñada por el arquitecto español Ricardo Bofill. Es una sala circular. Según nos dijeron es funcional y permite realizar con mayor sencillez los trabajos. En ella tiene lugar un concierto de música clásica todos los veranos, pudiendo acceder al mismo cualquier persona que retire la entrada de forma gratuita en la Maison du Vin de Pauillac. Los últimos procesos que se realizas son la clarificación y un ligero filtrado antes de su puesta en botella. Para el embotellado viene un camión con la maquinaria para poder llevarlo a cabo.


La degustación tuvo lugar en la bodega de segundo año. Pudimos catar el Lafite de 1995. Una añada meritoria que todavía se muestra joven a pesar de los casi catorce años transcurridos, destaca su soberbio equilibrio, suavidad y gran longitud. En nariz se encuentran los aromas que siempre han caracterizado a este vino de estilo único: la madera de cedro, la grosella negra, los ahumados y las notas –sean minerales o no- de grafito.
Al salir unas puertas enormes, similares a las de una catedral, nos permitieron abandonar esta original y tradicional bodega a la vez. Comprobamos que la misma se encuentra construida debajo de un viñedo. Volvimos a experimentar la luz del sol de un agradable atardecer en el Médoc, el sueño subterráneo de Lafite se había terminado, al menos, hasta una próxima ocasión.

5 comentarios:

  1. Me parece que es un buen trabajo. Me gustaría ir a conocerlo

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  2. Me parece maravillosa la experiencia. Gracias por contarnoslo. Has visitado una autentica "catedral" del vino. Enhorabuena.

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  3. Con lo que me gustan los burdeos me hubiera encantado esta visita, aunque en tu artículo la expresas tan gráficamente que casi la "veo". Gracias por hacernos participes de ella.

    Marina

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  4. Gracias por hacernos viajar contigo.
    Javier Alonso

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  5. Gracias por vuestros comentarios. Javier Arias.

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